Frank Tashlin
(1913-1972) creció en Queens, Nueva York, y, siendo muy joven, descubrió que el dibujo se le daba bien. En 1933 se trasladó a Hollywood y empezó a trabajar como director de cortos de animación para la Warner, la MGM y la Disney, pero doce años después decidió retirarse de los grandes estudios, tal vez porque se sentía como un oso al que le toca hibernar. Y entonces escribió este libro.